El año 2025 podría marcar el inicio de un radical giro donde la colaboración público-privada toma el centro del escenario en el sector salud en Argentina. A medida que el gobierno enfrenta restricciones presupuestarias y los costos de salud continúan en aumento, se está considerando un modelo mixto que aproveche lo mejor de ambos mundos. Esta propuesta no solo busca optimizar recursos, sino también ampliar la cobertura a sectores más desfavorecidos.
El impulso hacia un modelo híbrido se originó debido al creciente descontento de la población con los servicios de salud actuales y al mismo tiempo, la presión internacional por mejorar los estándares de atención a la salud. Este enfoque no solo es innovador, sino también necesario para garantizar un acceso más amplio y equitativo. Pero lo que se juega en este cambio de paradigma podría sorprenderte.
A nivel global, países como Suecia y Dinamarca han demostrado que tales modelos son viables, reduciendo tiempos de espera y mejorando la calidad de la atención. Argentina podría aprender de estos ejemplos y adaptarlos a su propia realidad, permitiendo el crecimiento de nuevas alianzas internacionales que refuercen la infraestructura sanitaria. Pero esta solución también tiene su talón de Aquiles.
Sin embargo, implementar un sistema como éste no estará exento de desafíos. Desde la burocracia hasta la resistencia al cambio, la transición puede ser complicada. El gobierno deberá encontrar formas innovadoras de integrar y regular eficazmente estas colaboraciones público-privadas sin sacrificar la calidad del servicio. Lo que se desarrolla a continuación podría desencadenar reacciones inesperadas…